En todas las latitudes, nuestras sociedades se ven afectadas principalmente por el cambio climático a través del ciclo del agua. Estos impactos tienen un efecto en cascada sobre el medio ambiente, los ecosistemas, el acceso de las personas al agua y los sectores económicos que dependen en gran medida de los recursos hídricos, como la energía, la agricultura y la industria.

La Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH), que combina sostenibilidad medioambiental, equidad social y eficiencia económica, es una solución eficaz que ya ha demostrado su valía en diversos contextos geográficos.

Su planificación garantiza que las políticas climáticas sectoriales sean coherentes para cada uno de estos usos interdependientes del agua. Su gobernanza participativa, basada en el conocimiento, aporta respuestas informadas y concertadas a las perturbaciones del ciclo del agua, previniendo los conflictos. Estas acciones se despliegan a escala de la cuenca, es decir, a la escala de los problemas encontrados, como la escasez o la sobreabundancia de agua. Es la geografía de la cuenca, y no la geografía administrativa, la que determina la localización más adecuada de las medidas eficaces.

La GIRH a nivel de cuenca es, por tanto, una herramienta valiosa para adaptarse al cambio climático y evitar la mala adaptación inherente a las acciones unilaterales y aisladas, especialmente en un contexto transfronterizo.

Las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático lo han reconocido gradualmente. Pero la financiación de las acciones de adaptación al cambio climático a nivel de las cuencas sigue siendo difícil. La RIOC y sus socios trabajan, a través de sus proyectos e iniciativas de sensibilización, para mejorar el acceso de los organismos de cuenca nacionales y transfronterizos a la financiación de proyectos de adaptación.