A escala internacional, la GIRH ha ido ganando aceptación y se considera ahora una herramienta valiosa y eficaz para el desarrollo sostenible, para garantizar la disponibilidad de recursos en calidad y cantidad suficientes para todos los usos y, en particular, para el acceso universal al agua potable.

La Cumbre de la Tierra de 1992 fue el primer reconocimiento significativo de la GIRH, y la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015 marca una verdadera consagración institucional y política con elementos clave.

El ODS 6 «Agua limpia y saneamiento» ha establecido como una de sus metas «Para 2030, garantizar la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles, incluso mediante la cooperación transfronteriza, según proceda». (6.5).

Se han seleccionado dos indicadores principales para medir su consecución.
En primer lugar, el «Grado de aplicación de la gestión integrada de los recursos hídricos» (6.5.1), y en segundo lugar, la «Proporción de la superficie de las cuencas transfronterizas que se benefician de un mecanismo de cooperación operativa en el sector del agua» (6.5.2).

Los Estados de todo el mundo se han fijado el objetivo de crear y reforzar marcos de gobernanza, jurídicos e institucionales (en particular, organismos de cuenca y comités de cuenca), políticas públicas y financiación dedicados a la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) a nivel de cuenca.

La prioridad política concedida a la GIRH es un medio para acelerar la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.

También permite afrontar 3 grandes desafíos: